viernes, 1 de julio de 2011

Nuestro mundo... plástico

Los que anden por mi edad recordarán un filme de 1973 llamado Cuando el destino nos alcance dirigida por Richard Fleischer y protagonizada por Charlton Heston. Basada en la novela Make Room! Make Room! (1966), de Harry Harrison.
En el año 2022, en un futuro distópico, la ciudad de Nueva York está habitada por más de 40.000.000 de habitantes, físicamente separados en una pequeña élite que mantiene el control político y económico, con acceso a ciertos lujos como verduras y carne; y una mayoría hacinada en calles y edificios donde malvive con agua en garrafas, y dos variedades de un producto comestible, soylent rojo y soylent amarillo que son la única fuente de alimentación, ya que la producción de alimentos naturales se ha extinguido por el efecto invernadero. La compañía Soylent es una empresa que fabrica y provee alimentos procesados de concentrados vegetales. Soylent verde es el nuevo producto alimenticio sacado al mercado, basado en plancton, según la publicidad de la empresa. En realidad, el principal insumo del producto lo constituye los cadáveres de las personas que fallecen (una especie de reciclaje humano).
Pues bien parece que el destino ya nos alcanzó pues Wallace J. Nichols, biólogo marino, presidente de la Academia de Ciencias de California y miembro del Plastic Pollution Coalition, afirma que "nos estamos comiendo el plástico que desechamos". Es decir, ya forma parte de nuestra cadena alimenticia, tanto en los empaques como porque ya forma parte de los alimentos. "Hay plásticos en todos los océanos y playas del mundo. El 95% de la gente tiene ya los químicos del plástico en su cuerpo. Es una crisis a nivel mundial...el problema empieza desde la cocina de nuestras casas y se extiende hasta el océano. El mundo se está plastificando", asegura Nichols.
El asunto es sencillamente complejo, quizás no tengamos que comer soylent verde porque ya lo sustituimos por el plástico, pero eso si, cuando califiquemos a algunos de nuestros semejantes como un chico plástico al rato, lastimosamente, tengamos razón.


Reciclaje de plástico