jueves, 26 de junio de 2008

Inundaciones y algo más...



Dentro de la intensidad de los fenómenos propios del cambio climático, llovió, llovió y llovió sobre el medio oeste de los Estados Unidos, con el consiguiente desborde del Missisipi inundando millones de hectáreas cultivadas de maíz en Iowa, Indiana e Illinois.


Como resultado de este evento el precio del grano se disparó pasando de $236 por tonelada a unos $295 en los últimos 15 días. Obviamente los pueblos mesoamericanos que basan su dieta en este cereal serán los más afectados. En el caso de Costa Rica en enero del 2006, el precio por tonelada de maíz amarillo estaba en $71, de acuerdo con un valor promedio mensual calculado por el Servicio de Información de Mercados del Consejo Nacional de Producción (CNP). En abril de este año, esa cotización promedio se ubicó en $202 la tonelada. El incremento en ese período es del 184% y se atribuye especialmente a un aumento en la demanda en China, India y otros países emergentes y también al uso creciente de volúmenes del grano en la producción de etanol para mezclar con gasolina.


Por otra parte los precios especulativos del petroleo han hecho que pongamos nuestras esperanzas en los biocombustibles. Sin embargo, a pesar de los precios del crudo persistentemente altos, la demanda mundial de combustibles crecerá 50% durante las próximas dos décadas, así como la fuerte dependencia hacia los combustibles fósiles, sobre todo carbón y petróleo, pronosticó el miércoles pasado el gobierno estadounidense.


Las proyecciones de la oficina de estadística del Departamento de Energía indican que si no se adoptan medidas obligatorias que enfrenten el problema del calentamiento global, la cantidad de dióxido de carbono que fluye a la atmósfera cada año por el consumo de energía, atrapando el calor en el planeta, será 51% mayor en 2030 frente al nivel de hace tres años.

A pesar del crecimiento de fuentes renovables de energía, especialmente los generadores eólicos y los biocombustibles, se espera que los combustibles fósiles continúen proporcionando la mayor parte de la energía usada en el mundo, pronosticó en un informe la Administración de Información de Energía.

La demanda mundial de energía crece a pesar de los altos y sostenidos precios del petróleo en el mundo, que se proyecta que persistan durante largo plazo, añadió el informe. Para 2030, el petróleo podría tener un costo mínimo de $113 por barril y uno máximo de $186 por barril, concluyó el análisis.

Es claro que los países ricos cada vez consumen más biocombustibles en vez de gasolina. Los gobiernos y los medios de comunicación intentan vendernos los biocombustibles como la respuesta perfecta al cambio climático. En realidad es tanta tierra utilizada para cultivarlos y la energía para producirlos, que terminan causando más problemas de los que resuelven y aumentando el precio del maíz, trigo y otro alimentos esenciales para los países pobres.

Si bien es cierto algunos biocombustibles son más eficientes, el problema es que Estados Unidos y Europa han establecido objetivos para su uso sin diferenciar los buenos de los malos. Estas políticas han causado resultados desastrosos por todo el mundo. Deforestación en Indonesia por cultivar palma para Europa, las reservas de cereales han disminuido a un nivel peligroso. Entre tanto, los países ricos se autocalifican de ecológicos sin admitir que la verdadera solución es conservar energía.

Hacen falta normas internacionales que inciten al desarrollo de biocombustibles sostenibles de segunda generación y distingan entre los buenos y malos. El asunto ya no solo es energético, se trata de principios, de que los seres humanos estén por delante de los intereses económicos. Se trata, en fin, de nosotros mismos.

Fotos tomadas de el diario La Nación

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