No sé si será efecto del cambio climático. Pero en mi país el poder legislativo (Asamblea Legislativa) se está llenando de unas curiosas criaturas que se caracterizan por actuar para sí y sus intereses, ya suman 38. Algunos los llaman lamebotas, ellos se autodenominan padres de la patria. No sé a cual patria se refieren, a la mía o a la de ellos. Si es a la mía, me preocupa, pues la decisión, oculta por el secretismo del voto, de no reelegir a un magistrado de la Sala Constitucional, es un acto que atenta contra la democracia (si es que ésta no es una ilusión) y sus instituciones.
No se trata de un magistrado cualquiera, sino de un hombre probo, cuya valentía se ha mostrado al no hincarse ante la casta política y sus mascotas (los lamebotas). Hoy Costa Rica está de luto, este acto es la culminación de una serie de intentos de acallar al pueblo con garrote y de acallar los medios de comunicación con una ley mordaza.
Si el cambio climático no nos mata antes, esto es un réquiem por mi patria.
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